¿Así es la vida?

Aquí estamos:

Un domingo más, arrepintiéndonos de todas las cosas que no hemos hecho esta semana.

Una semana más sin aprovechar,

y una menos para morir.

Así es la vida.

(O de eso nos tratan de convencer)

Dejaron que se la llevaran.

Dejaron que el manantial de agua fresca y viva se secara paulatinamente. Las últimas gotas caían desde su ruidosa boca, mientras la impotencia desbordaba el lugar. Un amanecer, ya no quedaba ni rastro de lo que había sido lugar de culto para sedientos lectores.

Ya no hay surtidor de agua en la biblioteca, pero aún nos queda la legendaria chaqueta colgada del perchero que nunca nadie recogió.

El que no se conforma es porque no quiere.

Sofía Moreno

Es difícil hab…

Es difícil hablar sobre uno mismo, no siempre estas dispuesto a mostrar más de lo que los demás quieren ver. Contar la historia de mi vida seria muy aburrido y, demasiado dramático considerando que estamos a las puertas del verano. Así que voy a escribir algo, como pidió Sofía, aunque aún no tengo claro qué saldrá.

Mis padres siempre me dijeron que hablaba mucho y que a los cuatro años la única palabra que no sabía pronunciar bien era catálogo. (Decía catágolo) A mi madre le hacía tanta gracia que no me corrigió hasta que lo hicieron en el colegio. Siempre tuve mal genio, pegaba a la gente y gritaba mucho (dicen que aún lo sigo haciendo) Cuando tenía ocho años aun creía que había que ir a la farmacia a comprar una pastillita para que se hiciera un bebe, de nuevo fue una gran desilusión (y debo admitir que bastante asqueroso) descubrir, de nuevo en el colegio, que papa y mamá tenían que hacer… en fin. ESO. Lo de los reyes magos también es un episodio gracioso. Me lo cascó mi peor enemigo y llegué a casa gritándole a mi madre que era una mentirosa y que me había tenido engañada toda mi vida. Se quedó flipando.

Ahora que recuerdo estos episodios embarazosos pienso en lo que mi pobre madre tuvo que sufrir viéndome crecer, aunque se queja bastante creo que después de todo no ha sido para tanto, a mi criterio me he logrado bastante bien.

Describirse a u…

Describirse a uno mismo, todo un reto sin duda. No se trata de enumerar tus gustos o decir cómo eres físicamente, sino decir quién eres. Creo que la mayoría pensamos que no hay quien nos conozca mejor que nosotros mismos, pero me he dado cuenta, justo cuando me disponía a escribir de que puede que quien nos ve desde fuera sabe más de nosotros, porque es el que presencia en vivo y en directo nuestras reacciones, nuestros gestos, nuestras expresiones, y a mi ver éstas son la más pura manifestación de nuestra personalidad.

No obstante, se puede decir que tenemos una ventaja sobre los que viven el día a día con nosotros, una parte de nuestra personalidad a la que ellos no pueden acceder: nuestra mente, nuestros pensamientos.

 

Pues yo ¿Cómo soy? ¿Quién soy?

Yo me considero una persona bastante decidida con las ideas claras, que sabe lo que quiere y no se arrepiente de lo que dice ni hace. Le da igual lo que piensen los demás, vive su vida, sin depender de nada ni de nadie. Se puede decir que tengo un temperamento fuerte, me enfado con facilidad,  soy muy susceptible, cuando me dicen lo que no quiero oír me pongo insoportable, odio que la gente no piense igual que yo, que no vea el mundo como yo lo veo.

A no no, espera, esa es otra persona, yo soy la timidez personificada, cada paso que doy está pensado más de tres veces, vaya si me preocupa lo que piensan de mi; me deprimo cuando creo que pienso algo y tras soltárselo a los demás me doy cuenta de que no pienso exactamente eso, quizás lo contrario; no tengo ninguna opinión sobre nada, unas veces pienso una cosa y otras lo opuesto; suelo actuar de forma dulce con las personas, para no dar cabida a caerles mal, hay veces que me paso, ya que da la sensación de que soy una niña o niño pequeño, y es evidente que no es así.

 

La realidad es otra, soy la combinación de dos personalidades, o quizás no la he forjado del todo y está evolucionando, para algunas cosas seguiré siendo la persona cohibida a que le cuesta salir del cascarón y para otras el hombre o la mujer decidida y autosuficiente que no se arrepiente de nada. Quizás todo dependa de cómo nos levantemos por las mañanas, o de que no es posible clasificar ni describir una personalidad ya que es algo tan complejo que no se puede expresar ni con el más preciso de los lenguajes.

 

 

PD: A falta de imaginación para un título, dejo que quien quiera se atreva a ponerle uno.

 

Hacer que deshacer…

Pequeña reflexión de jueves por la noche: Siempre es más sencillo hacer que deshacer. ¿Quién puede negar que es más fácil acostumbrarse que desacostumbrarse?

Os dejo una foto que tomé en Berlín.

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Sofía Moreno 

Aquí os dejo e…

Aquí os dejo el video del poema que os decía ayer. Es precioso, merece la pena escucharlo.

Co-razones.

 

No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza
por eso de que sus caderas…

Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa y esas maneras
y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da.

Pero además la he visto seria, ser ella misma,
y en serio que eso no se puede escribir en un poema.

Por eso, eso que me cuentas de que mírala cómo bebe las cervezas,
y cómo se revuelve sobre las baldosas y qué fácil parece a veces enamorarse.

Todo eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivo
de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción…

Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.

Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que ella aparezca de golpe y de frente
para decirte, venga, hazte un peta y me lo cuentas.

No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece,
luego te abrace y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.

Así que supondrás que yo soy el primero que entiende,
el que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras,
y los huevos por un mínimo roce de mejilla.

Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa,
las incomodidades de orgullo que pueda provocarte,
son algo con lo que ya cuento.

Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada,
que hace tiempo que escribo los míos.

Que yo también la veo.
Que cuando ella cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo.

Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior.

Que conozco su voz en formato susurro, y formato gemido
y en formato secreto.

Que me sé sus cicatrices,
y el sitio que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas,
y la forma que rozar las cuerdas de una guitarra.

Que yo también he memorizado su número de teléfono,
pero también el numero de sus escalones,
y el numero de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías.

Que no sólo conozco su última pesadilla,
también las mil anteriores,
y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada,
porque tengo más deudas con su espalda
de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo).

Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella,
rendida a ese puto milagro que supone que exista.

Que la he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que estos dedos,
y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que la puso el camino,
y la he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana: no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.

Que lo de «Mira sí, un polvo es un polvo»,
y eso del tesoro pintado de rojo sobre sus uñas
y sólo los sueños pueden posarse sobre las cinco letras de su nombre.

Que te entiendo. Que yo escribo sobre lo mismo. Sobre la misma.
Que razones tenemos todos.

Pero yo, muchas más que vosotros.

Sofía Proenza